Home / Otras Noticias / REPRODUCIR O ¿FALTA IDENTIDAD?

REPRODUCIR O ¿FALTA IDENTIDAD?

Por: Vasily M. P.

Con qué facilidad muchos artistas en esta tierra de palmas y de “aceres”, se convierten en ecos de otros autores y, en el peor de los casos, de otros modelos consumistas. Y lo que es peor, cuántos no repiten las formulas “artísticas” de esos enemigos legendarios que tanto daño han hecho y siguen causando.
Revisando un poco videos clip hechos en mi provincia, veo, sin ánimo de hacer cátedra, esas “pequeñas” influencias endógenas, dañinas para la cultura que somos. Dejadeces que, sin intención, o abusando de ellas, no dejan ver ni al autor ni al verdadero arte.
Detalles como la excesiva enumeración visual de las marcas de productos extranjeros, que en cualquier país serían o escamoteadas si no se ha pagado derecho sobre ellas, o una vía de ingreso para los realizadores pues se convierte en publicidad incidental; paisajes que no corresponden al nuestro, y que son simples desolaciones o devastaciones, como si fuera moda el desierto, el herrumbre, la falta de colores en un país que, además, es del área del Caribe, con todo lo que eso signifique.

CONSUMISMO
CONSUMISMO

El color local es tan importante como el estilo mismo y cada nación, a través de su arte, defiende esa identidad que son y los ejemplos definen bien a un video clip español frente a uno norteamericano, uno ruso de otro alemán, etc. Los norteamericanos son felices con la Casa Blanca, con su bandera, con sus McDonalds y no perdonan que no haya productor artístico que no los destaque. Los españoles tienen su liga de fútbol, su Puerta del Sol, y la defienden; así, otras naciones.
Eso se llama identidad.
Nosotros también tenemos lo nuestro y deberíamos defenderlo y proyectarlo siempre. Porque eso somos. Amén de ideologías, amén de bandos o contrabandos y cuantas patrañas se creen.
Supongo que ese nacionalismo que es defendido a ultranza por los países imperialistas es lo que en alguna medida, se pudiera salvar. O repetir. Pero sólo en su expresión más superficial. Porque, si se profundiza en este concepto imperial de “nacional” estaríamos llegando a la verdadera esencia del Imperialismo y es “adueñarse del resto del mundo”. Una suerte de transculturación, como nos enseñó Fernando Ortíz.
No digo con esto que haya que copiar a capitalistas o a cualquier otro. Deberíamos ser, en esencia, originales. Pero si las influencias serán inevitables e ineludibles, pues tomemos solo lo esencial.
Por ejemplo, proyectemos las marcas, bien, aunque esto roce con la cultura consumista, pero las marcas propias de nuestro país. Aquí todos tenemos nuestra coca cola, nuestras zapatillas, nuestro auto insignia. Porque todo, aparte de ser símbolo para el arte, es producible o representa a un país. Y si un país no tiene esos elementos que lo destaquen del resto del mundo, es que ese país no tiene identidad.
Y si proyectamos los símbolos de otra nación, sea cual sea, si somos capaces de armar una obra audiovisual con esas entelequias ¿significará que no tenemos identidad?
Ojo, el peligro está en lo que decimos y en cómo lo decimos. Incluso, en lo que pensamos que dicen la simbología que es empleada en la obra artística. Todo es mensaje. Todo es recepción. Todo es, además, emisor. Y, encima de todo, relativismo.
Otros detalles que veo interesante a destacar, es la intención. Si no se proyecta cubanidad en nuestros videos clip, ¿qué país estamos proyectando? ¿A quién le estamos ayudando a propagar su cultura, a quién le estamos haciendo el juego de la globalización extranjerizante?

El consumismo excesivo
El consumismo excesivo

Porque bien sabemos que en nuestra obra artística nada queda a la casualidad. No vestimos a los actores de manera foránea, no maquillamos con tonos no usuales en nuestra sociedad, no damos un paisaje tropical o real, no identificamos los productos hechos en el país, pues, sin motivo alguno. Y es lo que me preocupa, ¿qué hay detrás de tanta repetición de un modelo comercial, capitalista de consumo?
No hay que ser panfletarios para defender la identidad. Hay que ser inteligentes. Hay que ser uno mismo y si se es cubano todavía andante de estas tierras, debería defenderse de la mejor manera posible. Y no repetir las formas agresivas y comerciales del otro.
La parte más compleja no es discernir en intencionalidad, detalles, en objetivos logrados o no, lo más complejo es cómo llegar a ese artista repetidor de “malos” ejemplos para que tome un camino mucho más legítimo; un camino que llegue más a la raíz de lo que somos, a esta realidad soleada que somos.
Lo difícil, también, es hacer arte auténtico en medio de tanta banalidad. En sacarle provecho a la palma sin caer en los facilismos propios de la pasión. También los extremos hacen daño. Y no estoy defendiendo a aquellos recalcitrantes que en cualquier escena ponen una bandera, o a cualquier situación le invierten un color local.
A cada cual su santo, como reza el dicho. Somos, igual al mundo exterior, consumistas. De hecho, si no consumimos no habría economía. Pero hacer del consumo un etiqueta que va pegada a nuestra frente, es una barbarie que no merece perdón. Y menos aún cuando hacemos de eso, un arte. O una repetición, que acaso en estos tiempos que corren, es lo mismo.
Defender nuestra identidad es algo legítimo. Como lo es ser cubano. El arte que gestamos tiene que ser reflejo de lo que somos, de lo que fuimos y seremos. Repitamos lo bueno de lo malo, agrandemos aquello que es genuino, que es realmente lo propio. No le hagamos el juego a quien nos agreden, a quienes nos quieren para mal. Estamos exponiendo no solo la nacionalidad cubana que puede verse en litigios por derechos de autor, sino, también, nuestra creatividad y talento.
El oficio del artista siempre será discernir. Porque crear es discernir entre lo ya hecho y lo por hacerse, entre lo útil y lo que no lo es, entre lo bello y lo feo, entre lo que es mío y lo que, definitivamente, no lo es.

Check Also

60 Aniversario de la Biblioteca Provincial Roberto Rivas Fragas

Fundada un 30 de junio de 1963, la Biblioteca Pública Provincial Roberto Rivas Fraga es la …