Cuando el 26 de julio de 1980 los avileños celebrábamos el aniversario 27 de los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, los habitantes de esta región socio histórica estábamos dando un paso importante en la consolidación de una provincia que solo acababa de cumplir 4 años. Fidel hacía referencia a cuanto se había trabajado, 54 días habían sido suficientes para hacer decenas de obras, escuelas, circunvalaciones, un cine y la pintura de toda la ciudad, para que las delegaciones vieran a la capital provincial más pequeña de Cuba, con el esplendor de toda su belleza.
Cuanto ha cambiado esta ciudad en estos 35 años, cuanto esfuerzo ha desplegado toda esta población para hacer de este sitio un lugar agradable, para que avileños y foráneos nos sintamos orgullosos de vivir en esta tierra que ha hecho de su patrimonio la sabía con que se nutre su pueblo.
Sin embargo tenemos que decir con pesar, que hoy algunos individuos inescrupulosos tratan de empañar toda esta labor colectiva, se atenta contra la obra construida, se dañan los monumentos, se ensucian las paredes de las casas y de nuestros mejores edificios, se destruyen esculturas, o simplemente se es indiferente antes las indisciplinas sociales.
Hoy vemos decenas de escritos con crayolas o tizas de yeso, compartir con la pintura de las casas de la calle Libertad, lamentamos los actos vandálicos que despojaron al parque de Ceballos del busto de la patriota santiaguera Mariana Grajales; repudiamos los actos de profanación a la escultura del generalísimo Máximo Gómez o simplemente nos sumamos a las múltiples muestras de repudio de la intelectualidad avileña, por la mutilación de las esculturas emplazadas en el Parque de la Ciudad obras donadas por el artistas de la plástica Maikel Mena.
Martí decía que “un pueblo instruido será siempre fuerte y libre. Un hombre ignorante está en camino de ser bestia, y un hombre instruido en la ciencia y en la conciencia, ya está en camino de ser Dios.” No podemos permitir que nuestra sociedad, culta e instruida se bestialice, la obra colectiva realizada supera con creces la dañada o afectada, pero es lamentable que tanto esfuerzo se tire por la borda, que la ciudad se afecte, que nuestros parques no luzcan para que nos sintamos satisfechos, que nuestros monumentos no reflejen el profundo amor de nuestros pueblo por su pasado, que las esculturas artísticas no muestren la voluntad de ser mejores y más cultos; por eso es hora que todos juntos como la Plata en la raíces de Los Andes, marchemos por el mismo camino. Despojémonos del velo de aldeanos vanidosos y hagamos de nuestra tierra el Ciego de Ávila moderno y patrimonial en el que todos deseamos vivir.